Después de dos décadas sin una Primera Dama activa en el centro de la escena pública, Bolivia celebra el regreso de esta figura con María Elena «Bibi» Urquidi Barbery, esposa del nuevo presidente Rodrigo Paz Pereira.
En la histórica transmisión de mando del 8 de noviembre de 2025, Bibi Urquidi lució un diseño exclusivo de la firma nacional Diabla, marcando un hito para la moda boliviana y simbolizando una nueva era de identidad y unidad nacional.
La marca Diabla, especializada en piezas que fusionan elegancia contemporánea con raíces culturales andinas, tuvo el honor de acompañar a Urquidi en este día inolvidable.
«Bibi Urquidi, quien desde hace años confía en la marca para vestirla en ocasiones especiales, lució un sublime diseño que refleja la esencia de Diabla: elegancia, identidad y arte hecho con alma boliviana», compartieron desde la firma en sus redes sociales.
El vestido, en un delicado tono perla que evoca luz, pureza y el amanecer de una nueva etapa para Bolivia, fue una co-creación entre el equipo de Diabla y las hermanas Urquidi: Karla, Any y Paola. Estas colaboradoras aportaron inspiración personal, transformando la prenda en un manifiesto de esperanza.
Lo más destacado fue la capa bordada a mano con hilos de seda, donde se representa la Cruz Andina –símbolo ancestral de equilibrio y armonía–. En su interior, se integraron monedas antiguas acuñadas en Potosí, como un tributo a la riqueza histórica y la prosperidad del país.
“Este diseño refleja la unión entre el pasado y el presente, y nos recuerda que Bolivia puede avanzar con identidad, esperanza y unidad”, explicaron desde Diabla.
El equipo creativo enfatizó el trabajo colectivo: “Cada puntada, cada hilo y cada decisión reflejan el amor y la dedicación de muchas manos que creen que el arte puede contar la historia de un país”. Este enfoque artesanal no solo realzó la figura de la Primera Dama, sino que posicionó a Diabla como embajadora del talento boliviano en un escenario nacional.
Para Diabla, vestir a Bibi Urquidi representa más que un encargo: es un símbolo de esperanza y reafirmación patriótica. En un gobierno que promete reformas económicas urgentes y un Acuerdo Nacional del Bicentenario, gestos como este refuerzan la promoción de la industria local.
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